Una pastilla para dormir, Chejov intacto, una película que ha caído en el olvido, ya antes de pisar Madrid me había enamorado del conductor de autobus, probé con él ese juego infantil de mirarle fijamente a la nuca, pero tras varios cruces de miradas a través del retrovisor decidí abandonarlo por miedo a provocar un accidente, nos despedimos en Princesa, allí me habría quedado tiesa, igual que la princesa equivocada en mi rincón, esperando que regresara mi desertor, si no hubieran aparecido mis dos hadas multicolor...
5 comentarios:
Y la princesa volvió a su castillo llena de recuerdos...
Espero que te haya gustado Madrid.
Creo que, con tu permiso, voy a probar esa técnica de mirar a la nuca... Un saludo!!
estoy esperando el resto de la travesía de madrid...
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