jueves, julio 23, 2009

La justicia poética es lenta. Viene a ser como el sistema español.

sábado, julio 18, 2009

No me llames para preguntarme porqué ya no te escribo cartas
me he cansado de obligar al cartero a buscarte
mientras tú cambiabas de casa cada semana.
Me sangra la nariz y no me compras pañuelos
en las fiestas de guardar me regalas diccionarios.
Pactamos asesinarnos una noche de verano
pero acabamos vendiéndonos a los compradores habituales.
En las puertas de los colegios exponen
nuestros órganos atrofiados
los niños los compran baratos para sus trabajos de ciencias.
Mientras tanto yo me pluriempleo para no pensar en ti
sin lograr que me paguen
por el trabajo de olvidarte.

martes, julio 14, 2009

Desobediencia civil

Somos tan civilizados
que cumplimos nuestras promesas.
Somos fieles de palabra, obra y omisión
y nunca nos levantamos la voz.
Somos tan civilizados
que no guardamos secretos y compartimos ordenador
(las cartas de amor están en casa de nuestros padres).
Somos tan civilizados
que tenemos una cuenta conjunta
y tú bajas siempre la tapa del wáter.
Somos tan civilizados
que seguimos las pautas de conducta
de los manuales de respetabilidad.

Somos tan civilizados
que me pregunto
si nos hemos querido alguna vez
o simplemente
hemos vivido,
todos estos años
según el código civil.

sábado, julio 11, 2009

En negativo

Me defino por lo que no soy, antes que por lo que soy.

sábado, julio 04, 2009

Dicen que aquí no podemos hacerlo

Apadrinaríamos palabras en vías de extinción,
nos colaríamos en las casas en las que vivimos
de niños,
pintaríamos grafitis a modo de carteles con nuestros números circenses ,
haríamos giras por todo el país
y nos alimentaríamos de pipas de calabaza.
Iríamos vestidos de esquimales a la oficina.
Asumiríamos que no podemos volar,
y no nos importaría.

Y yo
dejaría de arrancarme la piel en láminas.

Pero lo cierto,
es que nos dicen
que aquí no podemos hacerlo.

jueves, julio 02, 2009

La última cena

Porque siempre es la Ultima Cena,
siempre me digo que está será
la última Ceremonia que celebre,
la última vez que pise esos antros
de conversaciones banales
teñidas de paranoia y violencia contenida,
esas mesas llenas de polvo blanco,
miserias y soledades,
esos baños llenos de tipos que buscan cariño y comprensión,
pero no saben dar un abrazo.

Porque no soy mejor que ellos,
aunque a veces lo olvide
y es mejor dormirse la noche del día siguiente
que la mañana de ese mismo día.

Y después de la tormenta, la calma,
pero yo nunca hago caso del hombre del tiempo
y la vuelta es siempre dura
y el café necesita doble de azúcar
y vuelvo a mirar el teléfono esperando noticias tuyas,
pero siempre es otro el que llama
y me doy cuenta,
de que nosotros,
curioso pronombre,
excluye siempre
a alguien.