sábado, junio 04, 2011

Asientos incontables

Intento racionalizarlo y hacer dos columnas:
una con las ventajas,
otra con los inconvenientes,
lo que nos une
y lo que nos separa.
Pero es como tratar de llevar un libro contable
sin saber qué va en el "debe"
y qué el "haber".

Pienso en ser fuerte
y pelear contra lo que nos separa,
pero somos nosotros mismos,
más que ninguna otra cosa,
el obstáculo más insalvable.
Igual que somos
también
nuestro mayor aliado.
He matado a mi ego,
por si eso servía de algo,
pero el tuyo sigue ahí
y sólo tú tienes las armas
para acabar con él.
Mientras tanto,
yo
y el cadáver de lo que no hace mucho era mi ego
seguimos esperando sentados
a que alguien venga a rescatarnos,
pero hace ya mucho
que nadie
pasa
por aquí.

7 comentarios:

David Cotos dijo...

ambos deben matar el ego, de nada vale que uno sólo lo mate.

Eva y la manzana dijo...

El ego, si no muere a pares, mejor que viva. Quizás con un poco de autoestima y algo de orgullo consigas reanimarlo...
Un beso!

dEsoRdeN dijo...

en estas historias, siempre acaba habiendo sangre a raudales

Anónimo dijo...

En mi caso el error se encuentra en "querer racionalizar". Es un intento que me lleva al fracaso y al absurdo una y otra vez, que me lleva a partirme los cuernos contra la pared(ahora ya directamente la cabeza, los cuernos se partieron hace bastante tiempo).

Puta manía de analizarlo todo...

Aceptemos lo insalvable...

amanda dijo...

Psá, no se me daba muy bien la contabilidad.

Pero sí que saqué la impresión de que nunca tiene en cuenta lo que de verdad cuenta.

Anónimo dijo...

Subordinarse a otro (en singular) es esclavizarse de la forma más cruel, porque se renuncia a todo sin por ello abandonar el ego, ya que sin el ego seríamos nebulosas ninfas de un mundo inodoro e insípido. Nada de subordinaciones, ninguna cuenta ha de ser tenida en cuenta en un lugar en el que unas alas de mariposa bastan para derribarlo todo. Me pregunto si no sufre usted de esperanza (la pregunta es retórica). Recuerde: la esperanza, para el pueblo más sabio de la historia, era un mal; ¿qué digo? ¡El mal por excelencia!

Desde una selva plagada de ratas,

Un necio.

Grace en el País de Las Maravillas dijo...

Pandora ya no sufre de esperanza, ahora Pandora sufre, a secas...