jueves, octubre 08, 2009

Crónica de una muerte anunciada

Nunca he sido valiente, siempre estoy tirándome faroles, viviendo de rentas. Todavía engaño a muchos, pero a mi no me puedo mentir.
Soy la enferma imaginaria, la que ha incorporado a su esencia, la nostalgia, la carencia, la melancolía y el fracaso, para no tener que construirse de nuevo. El cobarde, ya lo sabemos, es un fingidor.
Y en pleno duelo de una muerte que me ronda hace tiempo, te lloro el metro, mientras leo los poemas que escribió Carver en sus últimos días. Y trato de reunir el valor suficiente para matarte, para nacer yo.

1 comentario:

Libertad Kaiser dijo...

Una muerte, menos si es sacrificio u ofrenda, es difícil que engendre vida, menos si es una vida original.