domingo, abril 01, 2012

La soledad del corredor de fondo

Supongo que es absurdo, desde la última vez que hablamos han pasado muchos, muchísimos días, muchas semanas, muchos meses… He vivido en varias casas, en varias ciudades, he dormido en muchas camas, casi siempre sola, he tomado unos cuantos aviones, taxis, coches, furgonetas, metros, autobuses, he andado mucho y hasta he corrido. No sé por qué, pero uno tiene la sensación (tal vez sólo el deseo) de que si hace muchas cosas y se mueve sin parar de un sitio a otro, aunque no vaya a ningún lugar en concreto, hará correr el tiempo más rápido. Yo no lo he conseguido. En realidad, aunque me haya ido, siempre he seguido aquí donde me dejaste plantada la última vez que nos vimos, en el mismo sofá, con la misma sensación de desconcierto e incredulidad y sin dejar de mirar a la puerta con la esperanza de que recapacitaras y volvieras. Porque aunque todos los indicios sugieran lo contrario, no me resigno a creer que no te importe, que no pienses en mí. Tampoco puede ser, es matemáticamente imposible, que haya transcurrido un año, por mucho que se empeñen relojes, estaciones y calendarios.
Porque si algo he aprendido de todo esto, es que el tiempo es algo que está dentro de cada uno y yo juro que no han pasado más de unas horas desde que te he visto irte con ese gesto entre decidido y vacilante, entre lascivo y culpable y he roto a llorar. Y puede, que en esas horas, yo haya hecho algunas cosas, conocido a algunas personas, nuevos lugares, pero no me he movido de este maldito sofá, ni siquiera para ir al baño, ni he dejado de mirar esta endiablada puerta que ya nunca se ha vuelto a abrir.

3 comentarios:

dEsoRdeN dijo...

jodida sensación. Quizás deberías echar la puerta abajo...

ánimos

begusa dijo...

estoy con desorden... echa la puerta abajo y sal a la calle... la vida te está esperando.. mientras tú esperas a un fantasma

peter dijo...

los perros son los únicos que han de esperar a sus amos en la puerta