lunes, marzo 30, 2009

Bajo el volcán, ya ves, era uno de los libros que había prometido prestarte, siempre pensé que te gustaría, pero me fui antes de poder hacerlo. Nos quedaron tantos libros, tantas películas, tantas cervezas, tantas ciudades que ver…
Creo que siempre te comprendí, hasta cuando tú pensabas que no entendía y tratabas de explicarte y te enmarañabas y huías. Y sé que llorabas porque un día me lo dijiste en sueños o en una borrachera de esas en las que te confesabas, qué más da…
Nunca te pregunté, nunca te pedí… No era necesario. Tampoco tú nunca pediste, ni reprochaste nada. Creo que tú también comprendías…
Entre nosotros todo era fácil, demasiado, supongo y tan difícil, precisamente por eso.
Y entre tus silencios me desgrano, y me revuelvo, pero ya no te comprendo. Y mi brújula ya no tiene aguja para indicarme el Norte…


…Geoffrey, ¿por qué no me contestas? Sólo puedo creer que no has recibido mis cartas. He hecho a un lado todo mi orgullo para rogarte que me perdones, para ofrecerte mi perdón. No puedo creer, me resisto a creer que hayas dejado de amarme, que me hayas olvidado. ¿O es acaso porque piensas erróneamente que estoy mejor sin ti, que te estás sacrificando para que yo halle la felicidad con otro? Amor mío, cariño, ¿no te das cuenta de que eso es imposible? Podemos darnos el uno al otro tanto más de lo que pueden darse los demás, podemos volvernos a casar, podemos construir proyectándonos hacia el futuro…
…Y si ya no me amas ni deseas que regrese a tu lado, ¿no quieres escribirme y decírmelo? Este silencio es lo que me mata, la incertidumbre que surge de este silencio y se posesiona de mis fuerzas y de mi espíritu. Escríbeme y dime que la vida que llevas es la que quieres, que eres feliz o desgraciado, que estás satisfecho o inquieto. Si has perdido la noción de mi existencia háblame del tiempo, de la gente que conocemos, de las calles que recorres, de la altura…¿En dónde estás Geoffrey? Ni siquiera sé dónde estás. ¡Oh¡ todo esto es demasiado cruel. Me pregunto adónde hemos llegado. ¿En qué lugar lejano seguimos caminando de la mano?...
… ¿En dónde estás, Geoffrey? Si sólo supiera dónde estás, si sólo supiera que aún me amas, hace mucho que estaría contigo. Porque mi vida está unida irrevocablemente y para siempre a la tuya. No vayas a pensar nunca que por dejarme vas a quedar libre. De esta manera sólo nos condenarías a un último infierno sobre la tierra. Sólo liberarías algo que nos destruiría a ambos. Tengo miedo, Geoffrey. ¿Porqué no me dices qué ha ocurrido? ¿Qué necesitas? Y ¡Dios mío¡ ¿qué esperas? ¿Qué liberación puede compararse a la del amor? Mis muslos arden en deseos de estrecharte. El vacío de mi cuerpo no es sino el hambre que siento de ti. Mi lengua está seca en mi boca por la sed de nuestras palabras. Si dejas que algo te ocurra, dañarás mi carne y mi mente. Ahora estoy en tus manos. Salva…

Malcom Lowry

domingo, marzo 29, 2009


La vida no será tan mala, al fin y al cabo, no haces más que llorar cuando te roban una hora

jueves, marzo 26, 2009

Ebullición

Primer día de trabajo. Lectura de metro: Freek! (Fancine con intenciones subversivas que se queda en intenciones)

Segundo día de trabajo. Lectura de metro: Aullido (Grito desgarrador de Allen Ginsberg)

Tercer día de trabajo. Lectura de metro: Las sociedades del espectáculo (Manifesto y Biblia situacionista que incita a la acción frente al mero espéctaculo pasivo)

Cuarto día de trabajo. O voy andando o prendo fuego al metro.

lunes, marzo 23, 2009

Cuántas veces tengo que correrme en tu boca
Cuántas veces necesito correrme para olvidar
Cuántas veces tengo que correrme para que me quieras
o para que dejes de hacerlo
Cuántas veces tengo que correrme entre tus dedos
Cuántas veces debo correrme para no fagocitarte,
Cuántas veces necesito correrme sobre ti,
Cuántas veces
para saber si te amo, para saber quién eres,
Cuántas veces tengo que correrme para conciliar el sueño
cuántas veces tengo que ahogar mis espamos en palabras
cuantas veces he de correrme para no pensar en otros
cuantas veces tengo que correrme entre lágrimas
o frente al espejo
cuantas con la mano izquierda,
cuantas con la derecha.

Dime cuántas veces necesito correrme para quedarme satisfecha,
cuántas veces tengo que correrme para saber quién soy.

miércoles, marzo 18, 2009

A lo mejor por eso se me parte el alma cuando me dicen que estás jodido.
Cómo si yo pudiera cuidarte. Cómo si echarte de menos cambiara las cosas. Cómo si llorar en la hora de la siesta tuviera sentido. Cómo si volver atrás sirviera de algo . Cómo si no nos destiñéramos con cada lavado. Cómo si todavía pudiésemos derramarnos. Cómo si no fuéramos diminutos e insignificantes para el cosmos. Cómo si pudiéramos elegir. Cómo si lo hubiéramos hecho alguna vez...

domingo, marzo 15, 2009

Padezco de una intolerancia extrema ante el sufrimiento ajeno. No os confundáis, no es altruismo, se debe únicamente a que padezco de una intolerancia aún mayor hacia mi propio sufrimiento. Y la mejor manera de no pensar en ello es concéntrandome en el de los demás.

martes, marzo 10, 2009

7+1

Si fueras un gato, habrías gastado tu séptima vida y ya no te quedarían vidas para vivir conmigo.
Me he despedido de ti tantas veces y de tantas maneras, que no me atrevo a decir que esta sea la última. Ahora sé que no tenemos fecha de caducidad. Por eso no nos venden en ningún mercado.
El mundo es mejor sabiendo que tú estás en algún lugar, aunque a veces, te escapes de mis coordenadas.

Joder no tengas miedo, te juro que no creo adicción.

lunes, marzo 09, 2009

Ajuste de cuentas

"Todo afecto que le estás dando a alguien que no se lo merece,
se lo estás quitando a quien se lo merece"
Esa es la razón por la que no te cogía el teléfono, Papá.

jueves, marzo 05, 2009

Peticiones

Le pedí al Universo un músico para el que yo no fuera lo primero en su vida,
el Universo me trajo a un guitarrista que amaba a sus cuatro guitarras más que a mi.
Le pedí al universo un hombre fiel y el Universo puso a mis pies a un hombre encantador, con principios y con una insultante fidelidad... a su novia.
Le pedí al Universo un papá y el Universo me lo envió (a los 29 años).
Le pedí al Universo un hombre que buscara en mí algo más que sexo y el Universo me presentó a un hombre que nunca tuvo valor para tocarme.
Le pedí al Universo un trabajo que me dejara tiempo para mí y el Universo me mandó al paro.
La próxima vez que necesite algo, se lo pediré a Dios, no vaya a ser que el Universo me lo conceda.