miércoles, mayo 25, 2005

La sirena del Mississippi

...”Jean-Paul Belmondo: - No puedo esperar, en cuanto permanezco más de un día en un sitio estoy en peligro, ya no soy un hombre normal, me he colocado al margen de la sociedad. Incluso he cometido un asesinato
Marcel Berbert: - ¿La ha matado usted? Entonces hay que ir a la policía, tiene que explicarse, estoy seguro de que saldrá con bien: de cada diez crímenes pasionales, hay ocho absoluciones
Jean-Paul Belmondo: -No la maté a ella, sino por ella, por salvarla de la policía, ¿comprende?
Marcel Berbert: -Haré lo que usted quiera, pero estoy seguro de que es usted desgraciado
Jean-Paul Belmondo: -No puedo decirte que sea feliz con ella, pero lo que sé es que no puedo vivir sin ella
Marcel Berbert: -Yo en su lugar
Jean-Paul Belmondo: -Usted no podría estar en mi lugar, esas cosas nunca le hubieran ocurrido, no es de esa clase de hombres, yo sí, es a mi a quién le ha ocurrido ya nadie más que a mi y debo afrontarlo”...

...“ Catherine Deneuve: -Bebe esto querido, te pondrás mejor
Jean-Paul Belmondo: -Llénalo hasta arriba, sé lo que estás haciendo y lo acepto, no lamento haberte conocido ni haber matado a un hombre por ti, no lamento quererte, no lamento nada, sólo que ahora eso me hace mucho daño en el vientre, me quema por todas partes, quería que fuera rápido muy rápido, llénalo!!!”...


Aún sigo impresionada por el frío magnetismo del rostro de Catherine, la melena más dorada que haya visto jamás, continuo enamorada de Belmondo, el hombre que poseía una plantación de tabaco en Réunion, el hombre que mejor fuma del cine francés, ese tipo duro pero sensible que sabe abrazar como a mi sólo me han abrazado una vez y que conduce cualquier coche como si le fuera la vida en ello, ese hombre que comprende que en todo amor hay algo enfermizo y que el verdadero amor nada tiene que ver con lo que nos han contado, que amar y ser amado en toda su esencia no es posible si no se hace al borde del abismo, sigo fascinada todavía por la verdadera historia de Bonny and Clyde que comprenden que el amor es algo doloroso y peligroso, creo que padezco el síndrome de Stendhal...

domingo, mayo 22, 2005

El cobarde es un fingidor

Después de viajar sin guía por los infiernos, comprendí que los míos también son de diseño y que no sólo el poeta es un fingidor, el cobarde también lo es y yo, igual que en un escenario, finjo mi dolor cobarde, mi drama me es necesario para escapar del verdadero dolor, porque yo siempre he pasado de puntillas sobre el dolor, no lo menciono, ni siquiera pienso en él y me creo dolores falsos, artificiosos y sufro mi verdadero dolor a través de ellos, porque la realidad es que la vida es una úlcera sangrante, cruel deseperanzadora, como un gato muerto en medio de la carretera...

lunes, mayo 16, 2005

Alicia conoce Neptuno

En el último viaje de Alicia, como casi siempre, la puesta en marcha fue paulatina con vino y música lenta en los sofás más cómodos del País de Cimadevilla, apunto estuvo de quedarse allí y dejar el viaje para otro momento, sino fuera porque tenía que realizar una labor de rescate y debía salir en busca del conejo blanco para entregarle sus guantes, al que por supuesto no encontró, pero la búsqueda no es más que una mera excusa para que pueda toparse con excéntricos personajes y vivir mil y una aventuras en una noche, jugar al “yonunca” y darse cuenta que para ser una niña quizá no haya perdido tanto el tiempo, pasar por la Vicaría, visitar todos los baños de hombres en antros de perdición, mandar mensajes fácilmente malinterpretables a horas intempestivas y arrepentirse después, quedarse impresionada por un falso carnet de billar, bailar en una discoteca llamada Neptuno en la que no encontró a nadie del planeta de la piruleta y hasta dudar si pasar la noche (o el día) con ese viejo amigo junto al que siente que nada malo puede ocurrirle y nunca sabe lo que sucederá a continuación, quedarse sin voz, para no hablar demasiado como tiene costumbre de hacer y comprobar al día siguiente que no lo ha soñado todo al ver la preciosa cicatriz de una quemadura en el brazo...

martes, mayo 10, 2005

Alicia en el País de Cimadevilla

Alicia ya no es la misma desde que ha encontrado a su conejo blanco, comprendió porque el gato de Cheshire contestaba con evasivas a sus preguntas acerca del camino que había tomado el conejo blanco, el gato que siempre ha sido muy listo sabía que cuando Alicia encontrara al conejo blanco sería el fin del juego, el principio de otro libro, las aventuras de Alicia no tienen fin, sólo cambian el decorado y los personajes, Alicia sigue cerrando los bares, aceptando las invitaciones de los hombres y buscando pareja de billar, aunque ya no le importa perder, porque sabe que ninguna de estas es la partida decisiva, Alicia ha dejado de hacer muescas en su cama, le está cogiendo cariño a dormir fuera de casa y empieza a disfrutar del nuevo juego aunque de momento sea con el suplente...